El Pozo de los Aines está situado a las afueras de Grisel y es uno de los reclamos turísticos más importante de la comarca. El pozo es una espectacular sima de origen kárstico que sorprende por la exuberante vegetación de su fondo.
Su acceso está magníficamente acondicionado, con amplia zona de parking, dos pasarelas sobre el cauce del agua, señalización, iluminación nocturna, medidas de seguridad, paneles explicativos, zona para merendar, mirador.. no falta de nada para disfrutar de su visita.
Dadas sus peculiares condiciones naturales, con un privilegiado microclima, fue utilizada desde al menos el siglo XVI como residencia estival. Esto hace suponer que existió en las inmediaciones una finca de recreo con una casa, de las que hoy no queda ningún vestigio.
En 1610 el geógrafo portugués Juan Bautista Labaña quedó sorprendido por la belleza del lugar, igual nos sucede hoy a todos los que la visitamos.
Incluso tiene su propia leyenda y es que se cuenta que vivía en Grisel un rico moro que, convertido al
cristianismo por orden real, despreciaba las celebraciones cristianas hasta el punto de que, un día de los más grandes de la iglesia, marchó a trabajar a una de sus eras y, a poco de comenzar la faena, un enorme pozo se abrió a sus pies sepultándole por no haber respetado la fiesta de Santiago Apóstol.
En esta sima se da un microclima caracterizado por una elevada humedad y temperaturas de en torno a 10º C durante todo el año, condiciones que favorecen el crecimiento de una exuberante vegetación autóctona constituida por musgos, hiedras y plantas trepadoras que se pegan a sus paredes.
Gracias a la plataforma instalada, podemos situarnos en el centro de la sima y maravillarnos con la vegetación y sus dimensiones.
Y desde el entorno del Pozo de los Aines también podemos ver la silueta del castillo de Grisel.